Roger Federer reinventa la historia

lunes, 1 de febrero de 2010

Fuente: La Nación.

Rafael Nadal lo hizo el verano pasado. Hace exactamente un año, en Melbourne, terminó con el reinado de Roger Federer. O eso parecía. Tras haberle quitado el N° 1 en 2008, el español extendió su dominio sobre el suizo y le ganó la quinta final consecutiva, tercera en un Grand Slam y sobre superficies diferentes (Roland Garros 2008, Wimbledon 2008 y Australia 2009). Durante la ceremonia, Federer no pudo aguantar el llanto: "¡Por Dios, esto me está matando!". Se alejó del micrófono. El público le dedicó una ovación superior a la de Nadal. El ganador lo abrazó y le ofreció algunas palabras de su discurso: "Acordate, vos sos uno de los mejores de la historia; vos sos un campeón". Pero nada ni nadie podían consolar a Federer esa noche. Su intento de igualar los catorce grandes de Sampras quedaba trunco. Y más allá de la frustración de ese momento, esas lágrimas se conjugaban en futuro imperfecto.

Rápidamente, se instaló la idea de que, quizá, había empezado la curva descendente de su formidable carrera. Nadal ya no era solamente el rey del polvo. En 2008, había festejado en Roland Garros y Wimbledon, la primera vez que un tenista lo lograba desde Björn Borg en 1980. Y en el duelo personal, se imponía casi siempre. Entre Dubai 2006 y Melbourne 2009, habían jugado 15 finales con 12 triunfos del español. Si bien ocho de las doce habían sido sobre canchas lentas, los golpes en el All England y en el Melbourne Park confirmaban ese supuesto cambio de guardia.

Además, Nadal no estaba solo. Lo acompañaba un grupo de jóvenes, talentosos y hambrientos jugadores que querían borrarlo del mapa. Andy Murray lo sacó de Indian Wells en semifinales. Novak Djokovic se encargó de él en Miami, también en semifinales. Ese día, adoramos a Rogelio. En el tercer juego del segundo set, falló un drive fácil y destrozó su raqueta de un solo golpe. ¡Maestro! El 2009 marcaba la declinación del Federer Express. O eso parecía. Salió rápido de Montecarlo por culpa de Wawrinka. Djokovic también lo despachó en Roma. Cero títulos en seis torneos.

Sin embargo, algo ocurrió en el Masters 1000 de Madrid. En una inolvidable semifinal, que duró cuatro horas y dos minutos, Rafa derrotó a Djokovic 3-6, 7-6 y 7-6, 11-9 el último tie-break. Festejó acostado boca arriba, como si hubiera ganado un Grand Slam. Sería el triunfo más caro de su vida. Nunca más volvió a jugar así. Federer aprovechó su cansancio y se impuso en la final con un doble 6-4. Celebró con moderación y respeto. Sabía que su clásico rival estaba exhausto. Cargadísimo de la temporada europea sobre polvo de ladrillo, con éxitos en Barcelona, Montecarlo, Roma y la final de Madrid, Nadal llegó sin resto físico y sin frescura mental a París para buscar su quinta corona consecutiva.

Mientras Roger cumplía con su rutina de meterse en la segunda semana de un grande, Robin Soderling provocó el impacto más importante de la era abierta: ganarle el mismo día tres sets a Rafael Nadal sobre polvo de ladrillo. Y ahí el tiburón olió sangre. Supo que, si estaba destinado a ganar Roland Garros, ese era el momento. Juan Martín del Potro casi lo para en las semifinales, pero la diferencia fue un quiebre en el quinto set. En la final, Soderling aceptó su rol de invitado a la fiesta. A las 17.08 de París del domingo 7 de junio de 2009, Roger Federer terminó su obra y no supo más qué hacer. Finalmente, igualaba el récord de Sampras y completaba su collar de perlas. Sólo su admirado Rod Laver, que le había entregado el trofeo de subcampeón de Australia cuatro meses atrás, podía discutirle el rótulo del mejor de la historia. Pero aún le faltaba recuperar el número uno del mundo.

Dolorido de sus rodillas, gastadas por la intensidad de su juego, Nadal no se presentó a defender su corona en Londres. Andy Roddick jugó una final casi perfecta. Perdió su servicio apenas una vez. Pero fue en el último juego. Con un 16-14 en el quinto set, Federer ganó su sexto Wimbledon, su 15º grande y alcanzó la inmortalidad. Volvía a ser el mejor del ranking y se convertía en el mejor de todos los tiempos. El anuncio del cambio de guardia había resultado ser demasiado prematuro. Sin embargo, el día más importante de su vida estaba por llegar: el 23 de julio de 2009 nacieron Charlene Riva y Myla Rosa, sus hijas gemelas. Flamante padre, buscó su sexto US Open consecutivo, pero, en la final, Del Potro volvió a faltarle al respeto y se trajo el trofeo para la Argentina.

Juan Martín es uno de los pocos que le plantean un juego agresivo en sus duelos. Busca ganarle el punto. No espera su error. Este año, en Australia, Davydenko lo intentó así. Se puso set arriba y con quiebre en el segundo. Federer se enojó. Ganó trece games al hilo y se quedó con el partido en cuatro sets. "Sé que mi juego asusta", había dicho el ruso. "«Susto» es una palabra fea. Pregúntenle a un boxeador si tiene miedo antes de una pelea", le contestó el suizo, ahora más filoso en sus declaraciones. Sabe que sus mensajes afectan a sus rivales. "Hace 150.000 años que un británico no gana un Gran Slam", le tiró públicamente a Andy Murray. En diálogo con la prensa suiza arriesgó un poco más: "Todo depende de mí cuando mi rival no es agresivo". Intimidado, el escocés recién empezó a mostrar su juego en el tercer set. Demasiado tarde. Después de un gran tie-break que ganó 13-11, Roger Federer completó su trabajo en sets corridos.

"Puedo llorar como él, pero no puedo jugar como él", dijo un lacrimógeno Andy en la premiación. Tiene razón. Cuarto título en Down Under, decimosexto Major y octavo año consecutivo con un torneo grande (sólo Borg 74-81 y Sampras 93-00). Si Del Potro no hubiera tenido otros planes para la final de Nueva York, habría ganado un Grand Slam de calendario. No baja de las semifinales desde Roland Garros 2004 (el de Gattone) cuando Guga Kuerten lo superó en tercera ronda. Son 23 consecutivas. De los últimos 19 Grand Slams, llegó a la final en 18. Sólo se perdió la de Australia 2008 (Djokovic-Tsonga). Ganó 16 de las 22 finales contra doce rivales diferentes, desde Phillipoussis hasta Murray, con escalas en los históricos Agassi, Hewitt y Safin; y en los actuales Nadal, Djokovic, González, Roddick, Baghdatis y Soderling. Sólo Rafa (5) y Del Potro (¡grosso!) pudieron torcerle el brazo en partidos decisivos.

Sampras tardó doce años en ganar sus catorce grandes; Federer coleccionó sus dulces dieciséis en apenas seis años y medio. Y a sus 28, puede seguir reescribiendo los libros. Impecable físicamente, admite que la nueva generación de jugadores lo obligó a trabajar para mejorar su juego. Su tenis clásico combina eficacia con estética y eso lo hace más atractivo. Es el único entre los top ten (ranking del 18-1) que pega el revés a una mano. Causa asombro verlo pasar de una situación de defensa a una de ataque con un solo golpe. Mentalmente es más fuerte que cualquier rival, con la excepción de Nadal. Pero al español hoy no le dan las piernas. A Del Potro sí y ya descolgó su póster de la pared. Ojalá Juan Martín sea consistente y llegue a esos enfrentamientos en instancias decisivas.

Mientras tanto, el mejor de la historia sigue dejándonos con la boca abierta y sin adjetivos. Llegó a Australia y organizó una exhibición a beneficio de Haití con un show de imitaciones a cargo de Djokovic. Recaudó más de medio millón de dólares. Jugando un tenis sublime, ganó su primer Grand Slam como padre. Los mismos que hace un año le dijeron que era vulnerable; ahora aseguran que es invencible. Nunca subestimen el corazón de un campeón, amigos. Cada vez más grande, Roger Federer sabe lo que hicieron el verano pasado

1 comentarios:

Bettina dijo...

Federer!!! estoy de acuerdo con todos tus comentarios, eres un maestro, lo tienes todo y ojala algun dia se me cumpla el sueño de verte jugar en vivo.....I LOVE, Bettina Novo

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